Arquímedes

Arquímedes

La fuerza de la ligereza

Un cuerpo sumergido en un líquido experimenta una fuerza de empuje hacia arriba que es igual al peso del líquido desalojado…

Lo hemos estudiado todos en el colegio, si hemos aprendido esta lección. Tal vez lo hayamos integrado más o menos en nuestra vida, hasta tal vez hayamos jugado como Arquímedes en la bañera, experimentando con el empuje con el que flotan diferentes objetos.

Este curioso y sabio científico investigador griego no solo nos trajo este principio archiconocido, sino que también hizo pasar a la historia la palabra “¡Eureka!”, “¡Lo descubrí!”.

Tal vez hayamos aprendido también de él esta palabra, y tal vez necesitemos renovar en nosotros la esencia de su impulso.

Arquímedes de Siracusa, sin renunciar a su curiosidad, se encuentra en su tina tomando un baño placentero, y allí mismo, después de muchas preguntas y reflexiones previas, le llegó la inspiración en el momento más inesperado. Una persona moderna, del siglo XXI, si tuviera tal inspiración en la bañera, probablemente se secaría y se vestiría con esmero, para luego acudir a su escritorio y tomar notas del descubrimiento. O pediría subvenciones para repetir el experimento en un laboratorio con todo tipo de aparatos de medición hasta asegurarse del hecho en todas sus variantes y casos particulares, para luego publicarlo en una revista científica.

Arquímedes, emocionado, desnudo y mojado, sale corriendo a las calles y no puede callar, vocifera a gritos, tal vez con saltos de alegría su descubrimiento: – “¡Amigos, eureka, ya lo descubrí!” Podríamos decir que él mismo ha experimentado el empuje que acaba de encontrar, esa fuerza que le hace emerger del agua y recorrer las calles, elevando su voz y su gesto.

Hoy en día, este tipo de reacciones de entusiasmo se considerarían infantiles, y en caso de presentarse en un adulto, tal vez conducirían a que acabara en una comisaría de policía o en un hospital psiquiátrico.

Y así es como sentimos nuestro cuerpo: ha emergido del agua pero está realmente muy pesado. Nos cuesta levantarnos por las mañanas, nos cuesta ir al trabajo, nos cuesta ponernos a hacer deporte, nos incomoda buscar respuestas nuevas a preguntas nuevas…

la ligereza hace flotar

 

A pesar de todo esto, llevamos dentro al Arquímedes, todos, por más que lo hayamos olvidado. Somos agua en la mayor parte de nuestro cuerpo. Nos hemos olvidado de que el agua hace posible movernos con alegría y sin dolor, hace posible que nuestras articulaciones se doblen con holgura, que nos sintamos ligeros sin importar lo que dice la balanza, que salgamos a la calle y expresemos en voz alta lo que nos entusiasma…

Somos una columna de agua viva con partículas sólidas en suspensión que experimentan un empuje hacia arriba, y gracias a esto estamos vivos. Al morir, normalmente adoptamos la posición horizontal, igual que cuando estamos enfermos. Un cuerpo sin vida sería como un esqueleto, una estructura ósea, una especie de perchero, y de ella colgaría el peso de nuestros órganos, incluso de los líquidos del cuerpo. Pero en un árbol, que vive también gracias a la fuerza del empuje hacia arriba, los líquidos no cuelgan como bolsas de plástico llenas de agua suspendidas de las ramas, sino que se puede tener la impresión de que el agua que contiene el tronco y las ramas es la que lo yergue en contra de la gravedad hacia la luz. De hecho, podemos observar cómo una planta que pasa por una sequía se dobla tristemente hacia abajo, dejando colgar sus ramas y sus hojas. Su tallo encorvado no ha perdido estructura ni sustancias sólidas, por el contrario, éstas se han quedado solas. ¡Es asombroso observar cómo se yergue de nuevo en pocas horas, sin ningún apoyo, solo con el agua de un buen riego!

Y por si fuera poco, pensamos y despertamos a la consciencia gracias al agua: el cerebro flota en el líquido cefalorraquídeo, y tan solo gracias a esto, no aplasta con su peso las sutiles estructuras que lo sostienen y lo nutren dentro de nuestro cráneo. ¿Acaso esto no merece que salgamos con entusiasmo a las calles cada vez que experimentemos la sensación de Eureka?

Entonces podemos elegir entre derramarnos en el sofá cuando llegamos a casa o, como el ingenioso amigo Arquímedes, lucir nuestro empuje hacia arriba, nutrir nuestro pensar y nuestro despertar a lo que es esencial en cada instante.

Katja Baumhauer

1 comentario
  1. cuenco.cristina Dice:

    «Somos una columna de agua viva con partículas sólidas en suspensión que experimentan un empuje hacia arriba, y gracias a esto estamos vivos….», es una imagen poderosa que ha vuelto del revés la percepción que hasta ahora tenía del cuerpo que habito, y, lo quiero experimentar de esta forma!!
    Gracias!!

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