El cuidado del alma

El cuidado del alma

El Halleluyah en euritmia

Hoy en día, por lo general, al menos en los países con mayor nivel de vida, disfrutamos de los enormes logros de la higiene: agua corriente, canalización, productos para la limpieza y el cuidado corporal y conocimientos para su utilización. Esto ha mejorado de forma decisiva nuestra calidad de vida. Últimamente, a las medidas de higiene les estamos dando otra vuelta de tuerca más, parece que todo cuidado y precaución es poco. Y no se trata solo de un tema de cuidado personal, sino es un esfuerzo común porque lo que hace cada uno repercute en el resto de la sociedad.

¿Y qué sucede con el cuidado y la higiene en lo anímico? La actual crisis sanitaria, política, social y económica podría ser una oportunidad para darnos cuenta de la necesidad de cuidar también nuestra alma, y tal vez incluso descubramos que no solo se trata de una tarea individual, sino que tiene también una dimensión social importantísima. Si miramos las tempestades y tormentas que actualmente tienen lugar en los estados de ánimo y las emociones de los que formamos esta sociedad, si miramos la contaminación de informaciones confusas y manipulaciones que todos los días nos abruman desde los medios de comunicación y las redes sociales, se hace evidente que esto puede poner igualmente en peligro nuestras defensas, nuestra salud física, nuestra libertad y las relaciones interpersonales.

Primera L del Halleluyah

E del Halleluyah

Séptima L del Halleluyah

Hace más de cien años, al mismo tiempo que surgían las bases que darían lugar a nuestra sociedad postindustrial tecnológica, Rudolf Steiner, en respuesta a una petición de crear un tipo de danza inspirada desde el conocimiento espiritual, sentó los fundamentos de la euritmia. Esta palabra significa “ritmo armónico”, y se ha descrito como lenguaje o canto visible o como gimnasia del alma.

Con la euritmia han surgido maravillosas representaciones escénicas, poemas, narraciones épicas, cuentos, obras sinfónicas enteras hechas música visible en el escenario, grandes solistas, festivales, giras internacionales, espectáculos de luz y color vivos, sin olvidar su presencia en representaciones teatrales como el Fausto o los Dramas Misterio, donde se ve que la euritmia entra cada vez que se requiere aludir a una dimensión para la que se quedan cortos los medios expresivos habituales del teatro… Asimismo, la euritmia está presente en miles de iniciativas pedagógicas y terapéuticas de todo el mundo. Ante todo esto, no olvidemos que la primera palabra que se representó en euritmia con todos sus fonemas fue el Halleluyah. Desde mi punto de vista, fue en este momento cuando la euritmia proyectó todo su potencial futuro de sanación y de cuidado del alma, no solo a nivel individual, sino también en lo social. Y esto me movió a emprender un trabajo de profundización sobre esta palabra que presento aquí, consciente de que no es más que un principio.

Muchos lo hemos experimentado una y otra vez: en las diferentes iniciativas que han surgido de practicar el Halleluyah simultáneamente en muchas partes del mundo para la sanación del Planeta Tierra y de conflictos bélicos y sociales, en el acompañamiento de los difuntos, compartir el Halleluyah en esa reunión difícil en la que por un momento todos se sentían unidos, preparar nuestra alma y nuestro espacio con el Halleluyah para que pueda surgir algo nuevo, o dejarnos acompañar por él antes de dormir, dejando atrás los lastres de un día difícil…

Este ejercicio, la realización de este mantra con todos los movimientos de los fonemas – vocales y consonantes – que lo componen, no es largo ni difícil; y es una semilla que esconde un gran potencial que se va desplegando a medida que profundizamos en él. Rudolf Steiner transcribió el proceso que se realiza en el Halleluyah con las siguientes palabras: “Yo me limpio de todo aquello que me impide contemplar lo más Elevado”. Observamos el cuidado con el que elige sus palabras, ya que en muchas versiones figura como “Dios”, “lo divino”, “el mundo espiritual”, etc. Si no queremos colocar aquí cualquiera de nuestros conceptos que encierran en una palabra una realidad que seguro que no cabe en ella, ni cabe en ninguna expresión que podamos formar con nuestro entendimiento, podemos comprender para qué necesitamos la euritmia: para acceder a través de la voluntad, a través del hacer atento, una y otra vez, a algo que jamás se va a revelar a la intelectualidad de la que tanto nos preciamos.

 

Katja Baumhauer

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