Empezamos a desentrañar algunos temas que han aparecido en la meditación de la semana pasada con la fiesta de los Reyes Magos.
Al principio de este año, podemos tomar contacto con el regalo de la Vida, de la que, si somos sinceros, estamos bastante desconectados en nuestro día a día.
La Vida es cambio, movimiento, evolución, creatividad, exuberancia, variedad, colorido, sorpresa, complejidad. Es como un juego que busca descubrir cada vez algo nuevo. Podemos entender esta cualidad como lo que mueve la evolución y la hace seguir adelante.
Los obstáculos, los imprevistos, los contratiempos, incluso los grandes problemas son estímulos de la vida para avanzar en esa evolución. Cuando no asumimos el reto, caemos en bucles reactivos y repetitivos.
En esta meditación, entramos en una vivencia del karma. Esta palabra está rodeada de mucho misterio y de asociaciones que están en boca de mucha gente pero que casi nadie entiende realmente. Intentamos aproximarnos aquí a una comprensión del karma fecunda para la vida cotidiana y vemos cómo podemos liberarlo.
No sirve de nada preguntarnos por qué nos pasa esto o aquello, igual que tampoco trae nada positivo dar vueltas a los traumas del pasado. Nos encontramos con el karma cada vez que sufrimos por algo y tenemos que reaccionar de una forma compulsiva. El primer paso sería romper con esa compulsividad, pero con eso no es suficiente. En segundo lugar, necesitamos aprender a sentir de nuevo, para luego poder verter esa energía en el actuar renovador que nos conecta con la Vida.
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