¿Sabemos respirar?

¿Sabemos respirar?

¿Sabemos respirar?

¿Cuál es la forma correcta de respirar? ¿Debo hacer ejercicios de respiración? ¿Debo hacer respiración abdominal, torácica, clavicular, completa? ¿Cuántos segundos debe durar la inhalación, la exhalación, debo hacer pausas entre ellas?

Si al leer estas frases te ha surgido una cierta sensación de rechazo, si sientes que no se debería manipular la respiración, nos vamos a entender. Muy adentro de nosotros, un poco escondido, hay alguien que sabe perfectamente cómo quiere respirar en cada momento, y no necesita que le den ningún tipo de instrucciones. ¿Cómo podemos conectar con ese “alguien”? Las preguntas que nos surgen por la respiración, la búsqueda de técnicas respiratorias, son un síntoma de que no es tan fácil conectar con esta instancia, a veces tenemos que llegar muy hondo y quitar primero toda una maraña de otras cosas a las que, para colmo, solemos tenerles mucho apego.

Seguro que en algún momento has pasado una situación difícil, un ataque de ansiedad o un susto, y una voz algo paternalista te ha dicho: – “ Tranquila – o tranquilo – , respira hondo tres veces y se te pasa”. Pero la verdad es que, aunque has respirado profundo tres, o diez, o veinte veces, no se te ha pasado, y tal vez ni siquiera tenías certeza de que querías que se te “quitara” así por así.

En muchas técnicas de meditación o concepciones del mundo se insiste en no manipular la respiración, en dejarla fluir de manera natural. ¿Y qué sucede si dejo fluir mi respiración de manera natural si sigo envuelta en una maraña de hábitos, prejuicios, miedos, expectativas, recuerdos traumáticos y suposiciones (ya sabes, esas cosas a las que tenemos apego)?

Si nos observamos de verdad, por ejemplo, cuando queremos levantar algo que nos parece muy pesado, cuando no conseguimos recordar aquel nombre, cuando escuchamos una mala noticia, cuando tenemos un dolor, cuando un perro ladrando nos asusta, cuando nos damos cuenta de que se nos han olvidado las llaves… podemos notar cómo nuestra reacción más común es inhalar, tal vez bruscamente o de forma entrecortada, y retener la respiración hasta… depende hasta cuándo. Luego expulsamos el aire con un suspiro, con un quejido o con una especie de resoplido.

Nuestro miedo, nuestra ambición, nuestras ganas de quedar bien, nuestros sentimientos de culpabilidad, nuestra rabia, nuestra tristeza o resignación, nuestra comodidad son los expertos perfectos que saben manipular nuestra respiración. Claro, a veces, la situación no es tan extrema, pero basta con pensar en una palabra como “pero” para que, con una observación atenta y sensible, podamos notar que de pronto retenemos el aliento, aunque sea muy levemente.

Ya te estás dando cuenta, el tema es un poco más complejo de lo que parecía. Nuestro ego y nuestras emociones son unos perfectos manipuladores de la respiración. La meditación no nos va a enseñar a manipular, sino más bien lo contrario: a liberarnos poco a poco de esta manipulación, para que así nuestro “recién nacido eterno”, como decía Juan Ramón Jiménez, pueda aflorar.

¡No corras. Ve despacio,
que donde tienes que ir
es a ti solo!

¡Ve despacio, no corras,
que el niño de tu yo, recién nacido
eterno,
no te puede seguir!

Si vas deprisa,
el tiempo volará ante ti, como una
mariposilla esquiva.

Si vas despacio,
el tiempo irá detrás de ti,
como un buey manso.

Juan Ramón Jiménez, No corras. Ve despacio

 

En este camino, es posible que de vez en cuando también nos venga bien tomar consciencia de la anatomía de nuestra respiración para liberar algún que otro bloqueo. Será siempre un trabajo conjunto de cuerpo, alma y espíritu. El motivo por el cual en este proyecto no nos conformamos con trabajar la meditación de forma aislada, sino en consonancia con herramientas corporales que nos facilitan llegar a ella.

Te cuento aquí una experiencia que me llevó a hacer la primera meditación a la que puedes acceder de forma gratuita al registrarte en esta página Web/Blog, y que trata sobre el tema de la respiración, con un enfoque tal vez un poco diferente al habitual.

Hay quien dice que esta vida es un valle de lágrimas. Es posible, incluso muy probable, que tú también hayas crecido en un contexto cultural donde nos han inculcado de forma subliminal o directa esta idea.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con nuestra respiración? Y… ¿podemos liberarnos de este condicionamiento si tomamos consciencia de ello?

Antes de plantearte si merece la pena descargar una meditación más larga y sosegada, puedes escuchar este audio que es muy breve:

No podemos contestar a todas las preguntas ni resolver todos los problemas. Pero podemos experimentar cómo con una observación atenta, ya empiezan a cambiar por sí solos de una forma asombrosa…

Katja Baumhauer

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